IGLESIA DE SANTIAGO

 

La iglesia de Santiago es un templo neoclásico de grandes dimensiones que data de 1683 y está dedicado al patrón de la villa. Aunque el maestro de obras fue Jaume Millàs, la construcción del edificio corrió a cargo de los arbequinos que trabajaban a hacendera, es decir, ofreciendo su dedicación voluntaria u obligatoriamente por tratarse de un trabajo de utilidad pública.  Es el edificio religioso de mayores dimensiones de la comarca de les Garrigues y su planta es singular, pues es más ancha que larga, seguramente a causa del aprovechamiento de la anterior estructura de la iglesia de Santa Lucía. De su interior destaca la luminosidad y la sobria elegancia de las formas arquitectónicas, presididas por el altar mayor. La fachada, de un barroco austero, es toda ella de sillería, a diferencia de los muros laterales, que son de piedra singular. El portal, un arco carpanel, conserva la fecha grabada de 1686, año en el que la iglesia volvió a estar operativa.

La construcción de la obra fue tan compleja que, a pesar de que en 1692 ya estaba prácticamente terminada, las obras en algunos espacios se prolongaron algunos años más. De su interior resaltaba el retablo de la Virgen María y el retablo de San Isidro, las capillas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada, el altar mayor y el de la Virgen del Rosario, de estilo barroco, el del Santo Cristo, de estilo renacentista, y el valioso altar de las Marías, también de estilo renacentista y elaborado para la capilla del castillo, el altar del Santo Sepulcro, esculturas de tamaño natural y realizadas con piedra del castillo y un órgano de veinte registros construido en 1729 y que estaba sobre el altar de San Antonio. En 1784 se incorporó el reloj de la fachada de la iglesia y en 1883 se llevó a cabo la reconstrucción del campanario.

Con el estallido de la Guerra Civil (1936-1939) la iglesia de Arbeca, como muchas otras iglesias de todo el Estado, fue víctima del desmantelamiento y la destrucción de edificios religiosos por parte de grupos revolucionarios. A finales de julio de 1936, el templo parroquial se vio afectado por esta oleada de violencia y fue profanado, confiscado y posteriormente destinado a otros usos por parte de las autoridades locales. El templo perdió casi todos sus elementos artísticos, incluidos los retablos, el órgano, las imágenes religiosas y varios muebles litúrgicos, que fueron quemados o, en algunos casos, desaparecieron. Las imágenes de los santos, altares decorados y otros elementos que formaban parte del patrimonio religioso de la iglesia fueron destruidos.

La iglesia quedó dividida en dos salas separadas por un tabique improvisado de unos cinco metros de altura: una sala estaba dedicada a servicios municipales, en concreto, a almacén de productos de la colectividad de la CNT, y la otra, a alojamiento de los presos del campo de trabajo número 6, quienes, a pesar de la relativa amplitud del espacio, tenían dificultades para acomodarse, ya que con la llegada de nuevas remesas de reclusos el número de los internos del campo de trabajo había experimentado un notable incremento. El presbiterio del edificio se utilizó como enfermería.

Durante el periodo de guerra la iglesia se convirtió en el punto de avituallamiento de los arbequinos y arbequinas, que cada mañana formaban una larga cola frente a la puerta principal esperando el turno para recoger el racionamiento de pan y de las escasas menestras de las que disponía la Delegación de Aprovisionamientos, que se repartían en las capillas laterales de la nave central previa presentación de una tarjeta de racionamiento.

Con la entrada de los franquistas a Arbeca el 9 de enero de 1939 el interior de la iglesia fue desmantelado. Los presos habían sido trasladados al campo de trabajo en diciembre de 1938. A inicios de febrero movilizaron a los jóvenes arbequinos para limpiar los escombros que bloqueaban la circulación de las calles en las que había edificios destruidos por los bombardeos. Durante aquellos días también se desmontó el muro que separaba la nave de la iglesia y se limpió el interior. Se llevaron a cabo trabajos para recuperar el espacio como lugar de culto, pero muchos de los objetos originales se perdieron para siempre.

Durante los meses siguientes, con las nuevas consignas que dio el Movimiento Nacional, la iglesia reabrió sus puertas para realizar las funciones religiosas que le correspondían. Los altares, los bancos y el resto del mobiliario se fueron restituyendo poco a poco gracias a las aportaciones de varias familias acomodadas de la villa y a las colectas de los feligreses. Se volvieron a celebrar la misa y otros actos religiosos a diario. En muchos de los oficios, sobre todo durante los primeros años de la posguerra, abundaban los uniformes azules, negros y rojos.

Con el tiempo se realizaron mejoras en el interior del edificio. La más significativa fue la colocación del majestuoso retablo del altar mayor, dedicado a Santiago, obra del escultor arbequino Jaume Perelló.

En julio de 1976 la iglesia acogió el paso por Arbeca de la Marcha por la Libertad, una acción pacífica para reclamar la amnistía, las libertades básicas y la recuperación del Estatuto de autonomía de los Países Catalanes promovida por la Assemblea de Catalunya. En Arbeca cientos de personas se adhirieron al manifiesto que se leyó en el interior de la iglesia bajo un clima de control y de represión policial. 

Con motivo de la celebración del tercer centenario de la consagración de la iglesia, se restauraron la fachada, el tejado y el campanario, y se limpió, repintó y saneó el interior y el rellano exterior. El resultado es el templo que tenemos hoy ante nosotros.